jueves, 9 de diciembre de 2010

El placer de jugar y el videojuego como arte y formato propio

El primer post va a ser un pelín tópico, más como reseña interna que como artículo de opinión real, ya que va dirigido a ciertas personas de mi círculo, poco familiarizadas con este arte que nos ocupa.

Y es que, en medio de todos los artículos de opinión y reseñas que pienso hacer, muchas estarán encaminadas hacia este tema que tanto apasiona a algunos y tanta indiferencia provoca en otros. Es mas, puede que hatsa acaben siendo mayoría los post relacionados con la temática, puesto que las reseñas de películas y series todavía podrían ir en una posible cuenta en Filmaffinity, aunque eso aun lo estoy barajando.

Pero mas que cuestiones de orden y de obsesivo-compulsividad personal, lo que quiero comentar es que tendré en misma estima a los videojuegos que a cualquier otra forma de ocio/arte/como queráis definirlo. En mi caso, me gusta definirlos como arte, aunque al igual que otros medios como por ejemplo el cine, estan muy mediatizados y a veces huelen a producto prefabricado, pero aún así, tienen su propio conjunto de reglas y recursos, que los distingue únicamente.

Ante todo, en un videojuego, como el nombre indica, debe primar la parte de JUEGO sobre la de vídeo, algo que provoca divisiones allá donde vayas: para unos, jugar a algo que se salga de los juegos peliculeros de hoy día en cuanto a amabientación y abuso de cinemáticas, es poco menos que arcaico, mientras que otros ignoran absolutamente todos los factores secundarios mientras se les de una serie de patrones básicos que ellos esperan, aunque la nueva entrega de su serie favorita tire por tierra todo lo demás.

No voy a entrar en disputas, ya que no se trata sólo de seguir las series mas o menos lógicas que componen la jugabilidad en un videojuego, sino que en la EXPERIENCIA global del producto, aunque secundariamente, también influyen (y es absurdo negar su aportación) factores como la presentación, la ambientación (en la que a su vez influyen mil factores como música, contexto dentro de la saga y el género, etc) y muchos mas. Es algo así como que en un libro, te limites a quedarte con la historia básica pelada y mondada, obviando todo detalle de profundidad en la trama, segundas y terceras lecturas de la misma, detalles en las descripciones y demás elementos que redondean la pieza de arte que estas degustando (que es como se tienen que disfrutar esas cosas). O, por ejemplificar con algo que no sea literatura, es como si vas a ver una película y te conformas con que "el bueno gane al malo" sin entrar a valorar el guión, el reparto, la calidad interpretativa del mismo, etc.

Sin embargo, a la hora de hacer reseñas, los videojuegos parten con un poquito de ventaja: la interactividad. No digo que por ello supongan un entretenimiento superior, ya que como he comentado antes, cada formato tiene sus pros y sus contras, pero si es cierto que mientras que la literatura o el cine son mayormente pasivos, el videojuego exige al consumidor una parte innegable de interactividad, que repercute beneficiosamente a la hora de los análisis, ya que permite mas libertad a la hora de explayarse: da igual que te cuenten que sucede en que punto (excepto que seas uno de esos que considera spoiler hasta el color de la carátula) ya que no es lo mismo que te lo cuenten a que lo juegues tú. A pesar de que como comentaba antes, los videojuegos no dejan de ser un montón de puzzles o pruebas mas o menos lógicas, unidas entre sí por otros factores, cada jugador tiene su propia manera de desarrollar las cosas, por tanto la experiencia que tu tengas puede ser distinta a la que otro tenga. Es algo como lo que ocurre con la simple diferencia de opiniones en cualquier otra cosa, pero magnificado, ya que en esta ocasión, el consumidor no es un simple receptor, sino que interactúa directamente con el producto. Como comenté en la entrada del reprotaje de Mario en el ABC en mi otro blog, el principal atractivo de los videojuegos es el afán de autosuperación que crea en el jugador.

Naturalmente, no es oro todo lo que reluce, ya que esto provoca también que los videojuegos sean un entretenimiento mas engorroso de degustar, puesto que otro de los factores propios del formato, la dificultad, puede llegar a frustrar al jugador haciéndole abandonar. Es vital que la dificultad, añadida a un buen diseño y aprovechamiento global del esquema jugable, mantenga la curva de dificultad exacta de manera que resulte suficientemente retante como para ser atractivo y desafiante sin llegar a pasarse y por consecuente resultar desesperante. No obstante, me gustaría matizar este último punto, puesto que también hay que delimitar la shabilidades de uno mismo: sin ánimo de sonar esnob, tampoco se trata de dárselo todo mascado al jugador. Obviamente hay ejemplos muy sencillos, como que si mueres en el primer nivel/secuencia de un juego, es simplemente que necesitas adaptarte a él, pero cuando se entra en materia y ya se hila muy fino, es difícil delimiar que es adecuado y que es exagerado en términos de dificultad, ya que ahí también entran los gustos de uno mismo, dándosenos mejor a unos que a otros unos determinados géneros de juego. Encontrar el equilibrio perfecto es, sin duda, el santo grial de los diseñadores.

Por esto, resulta mucho mas sencillo y disfrutable, llegar a casa tras un día duro de trabajo, ponerse un capítulo de tu serie favorita (que no te tomará mas de una hora en el caso de los más largos) que ponerse con un juego y meterse en materia, en vez de simplemente sentarte a mirar, especialmente si el juego es de esos que duran como 60 horas y tienes que recordar por dónde ibas y que fue lo último que sucedió en la trama, aunque a mas de uno también le cuesta "ponerse a pensar" como lo saques de Sálvame y similares, aunque asumo que el lector medio de este blog, si lo hubiese, no entra en ese nivel de planicie mental y disfruta la cultura del ocio a un nivel mas o menos metido en faena que la mera superficialidad.

Con esto, espero haber dado una muy breve explicación de por qué gustan los videojuegos al público algo mas ajeno a los mismos, mas allá del "matar marcianitos" que dirían nuestros padres, y hacerles ver que hay vida mas alla, siendo un entretenimiento con sus características propias pero tan válido como otras formas de ocio mejor reconocidas como cultura tales como la literatura, la televisión o el cine.

Saludos eásmicos.

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